Buenas a todos, soy Jesús 'Farton' y esta semana continuaré con la segunda
parte del relato sobre Farton Domatrolez, una historia sobre un peculiar
Kaudillo Goblin y las particularidades del inmenso ejército que llegó a formar.
Si no has leído la primera parte y tienes interés por indagar en
el trasfondo de este pequeño ser de piel verdosa te recomiendo veas el primer
relato, disponible en este link: Relato Goblin - El Waaagh de Domatrolez (Parte I)
Ahora sí, prosigo con la historia.
Relato Goblin – El Waaagh de Domatrolez
(Parte II)
Domador de beztiaz
Ya ha anochecido y amanecido dos veces y apenas llevo
traducidas lo que podríamos considerar un par de páginas de este maligno y
húmedo diario. Hablo de páginas por referirme de manera alguna a los pellejos
que sostengo a modo de pergamino. En ocasiones me es difícil contener las ganas
de vomitar mientras transcribo estos condenados garabatos, pues el hedor que
desprende la sangre seca con la que han sido escritos, lejos de haber perdido
su aroma con el paso del tiempo, parece haberse acentuado y queda clavado en
mis fosas nasales penetrando de manera más intensa que una lanza de caballería.
No obstante, la curiosidad por seguir desempolvando los
secretos del pensamiento goblin no me permite refrenar mi tarea y lo que estoy
a punto de transcribir en este momento jamás lo habría creído de no ser porque
yo mismo soy el afortunado amanuense capaz de traducir este infame diario.
"La animosidad del ejército de Farton era al parecer incontrolable. Todas las tribus rivalizaban por demostrar a las otras cuál era más poderosa, a menudo se enzarzaban en toscas y absurdas discusiones que desembocaban en una manifestación de poder basada en la fuerza bruta. Varios orcos de la tribu de los “Hachaz rotaz” rebanaron el pescuezo de innumerables goblins de las “Colinas de Sangre”, lo que convergió en una batalla campal entre los propios pielesverdes que duró tres lunas.
Al parecer, este acontecimiento fue el desencadenante
para que Farton decidiera definitivamente imponer orden y demostrar su
liderazgo.
Tal fue la locura del Kaudillo pielverde que convencido
de su gran capacidad para la artimaña y el engaño creía ser capaz de reclutar a
un gigante de Roca de Hierro para unirlo a su ejército. El iluso goblin
apuntaba en este diario que sostengo que ‘la tarea paezía senzilla ya qe loz
gigantez no zon muy avizpaoz’. Y si bien estaba en lo cierto sobre su
aseveración acerca de los colosales hombres en cuanto a intelecto se refiere,
lo de ‘una tarea sencilla’ solo podía ser fruto del raciocinio de una
inconsciente y megalómana alimaña goblinoide.
Sin embargo y ante mi tremenda sorpresa, el Kaudillo
Farton se acercó junto a un inmenso contingente de tropas goblins a una de las
laderas colindantes a los peñascos de Roca de Hierro, un área atestada de estos
enormes seres. Allí desplegó un improvisado campamento, levantado por la ayuda
de varios goblins nocturnos que conocían bien el terreno ruinoso y abrupto de
la zona.
No tardó demasiado en atraer la atención de lo que estaba
buscando, puesto que según parece recopilar este diario, al atardecer de ese
mismo día un gigante asomó su cabeza desde una enorme cueva situada en el
peñasco y se aproximó a las tropas pielesverdes.
Al ver el tamaño del colosal titán el ejército de goblins
apenas podía contener su formación, pero el liderazgo férreo y despótico de
Farton hizo que ni siquiera un goblin se alterara más de lo debido. El Kaudillo
se acercó a la enorme monstruosidad subido a lomos de un lobo de caza hasta que
prácticamente rozó la punta del dedo gordo del pie del gigante. Allí, ante tal
enorme bestia, Farton prometió al gigante poder alimentarse de la mitad de
todos cadáveres que su ejército fuera dejando en combate, así como de los de
sus propias tropas caídas en batalla.
El gigante pareció aceptar con una mueca de agrado, como
si de algún modo éste fuera capaz de comprender y escuchar los gritos agudos y
punzantes que emitían las cuerdas vocales de Farton.
Pero en ese momento algo de lucidez (o estupidez) brilló
en los ojos del enorme gigante y debió pensar que para qué hacer un trato con
un goblin, si directamente podía ya comérselo a él mismo y a todas sus tropas.
Así que el gigante cogió al pequeño Kaudillo, lo agarró con su enorme mano y se
lo guardó en su bolsillo.
El resto del ejército pielverde huyó aterrorizado y
rápidamente se desperdigó entre las colinas y los bosques. El caos era
absoluto.
El gigante, por su lado, se adentró en la cueva cercana
en la que vivía y al cabo de unas horas sacó de su bolsillo a Farton, dispuesto
a comérselo. El cobarde, pero astuto goblin conocía muy bien las cuevas y los
túneles de esta zona y sabía que en ellas solían habitar también varios tipos
de trolls. Pese a lo catastrófico de la situación, en el diario no hay rastro
escrito de la posible cobardía del Kaudillo pielverde, y según cuenta el
relato, en todo momento Farton parecía tener contralada una situación que a
ojos de cualquier otro ser supondría un contratiempo devastador.
El gigante encerró al Kaudillo goblin en una primitiva
jaula hecha con palos de madera, junto a diferentes animales de la zona, creo
entender que también había cabras, conejos y una vaca. El enorme ser parecía
preparar algo que se podría interpretar como una olla de agua hirviendo, a la
que por lo visto introducía todo tipo de objetos dentro (probablemente para dar
‘sabor’), como ruedas de carros, piedras, estalagmitas, troncos y huesos.
Fue en ese preciso momento dentro de la jaula cuando
Farton se percató de que todavía más al fondo de la cueva, detrás de unas
enormes grietas, tres trolls de piedra se quedaban observando la olla del
gigante, relamiéndose, probablemente con ganas de acercarse a comer, pero sin
atreverse a enfrentarse al enorme ser, a pesar de que ellos eran tres...aunque
claro...estos seres son tan estúpidos que no saben ni contar con los dedos de
una simple mano...
Al observar a los tres repugnantes seres rocosos
escondidos, el astuto Farton sacó toda su capacidad de supervivencia goblin e
ideó una de sus famosas trampas para conseguir salir vivo una vez más.
El pequeño pielverde sin dudarlo y sin remordimientos
mató a la vaca y al resto de animales de la jaula de manera sigilosa. Sin que
el gigante se percatara, les abrió los estómagos y empezó a llenarlos con
piedras y rocas del suelo de la jaula. Los dibujos que ilustran esta
sección del relato son repulsivos, e incluso hay partes de órganos adheridas al
diario en esta sección. Esta
sanguinaria acción llamó la atención de los tres trolls de la cueva, que
hambrientos empezaron sigilosamente a acercarse a la jaula de Farton dispuestos
a disfrutar del festín que el ‘aztuto’ Goblin estaba preparando. Cuando se
encontraron lo suficientemente cerca uno de los trolls rompió con facilidad los
barrotes de la jaula y Farton pudo escapar.
No obstante, la descuidada acción de los trolls al romper
la jaula llamó la atención del gigante, que rápidamente abandonó su olla y se
giró para atacar a los tres estúpidos y rocosos monstruos azules. Pero Farton,
que ya se había ocultado tras una grieta de la cueva, se encontraba a salvo.
Los tres trolls aguantaron los golpes del gigante gracias a su regeneración.
Farton aprovechó el descontrol para volcar la olla de agua hirviendo sobre el
suelo, abrasando así los pies descalzos del gigante y haciendo que éste cayese
al suelo. En ese momento los trolls se disponían a devorar al gigante, pero el
taimado goblin una vez más intervino para detenerlos usando una de las cabras
rellenas de piedras como cebo. Los trolls empezaron a comerse a los animales y
Farton se acercó a la oreja del gigante susurrándole al oído ‘Zi no quierez zer
devorao por miz mascotaz, conviértete en una de ellaz’.
Y de este modo el gigante accedió a luchar al lado del
intrépido Kaudillo Goblin, y para recordar a quién debía obediencia desde ese
momento, Farton obligó al gigante a llevar consigo una mandíbula huesuda que
probablemente perteneció antaño a un dragón o a alguna gran bestia, como
símbolo de sumisión, ya que el gigante al fin y al cabo solo era otro ser con una
gran quijada a su servicio, al igual que los orcos.
Mientras tanto, en las inmediaciones de la cueva, cerca
de la ribera del río, el Jefe Orco Sesozeco y el chamán Piñopicao habían
conseguido reunir al ejército piel verde. Las tropas seguían animosas, peleando
entre ellas, con desorden y a punto de provocar una batalla campal entre
tribus. Nadie podía recomponer la disciplina...
Hasta que de repente, desde lo alto de una colina, el
gigante con mandíbula huesuda y los tres trolls, devorando rocas mientras
caminaban aparecieron...y en lo alto de la cabeza de uno de ellos...el Gran
Kaudillo Farton dirigiendo la marcha.
El Gran Kaudillo Farton Domatrolez, líder del Waaagh de
Los Rapapolvoz.
Su ejército se recompuso a sus órdenes y ahora su poderío
era todavía más inmenso con todas las tribus de los alrededores queriendo
anexionarse al gran ¡¡Waaagh!!"
Continuará
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